Thursday, December 30, 2010

En el vuelo LH457 – Comodidades del Viaje

Como era un pasajero que viajaba gratis no pude escoger mis asientos, así que me toco esperar un mes entero para intentar cambiarlos. El vuelo de LAX a Frankfurt me colocaba en la fila 30: asiento J, que en términos de Boeing 747-400 Lufthansaenses me tocaba en medio de la tercera fila de asientos. Muchos años tirándomela de insaciable viajero me habían enseñado que sentarse en medio podía convertirse en una situación claustrofóbica que podía evitarse si se hacían las diligencias adecuadas durante la compra del pasaje o bien a 24 horas antes del viaje vía el Web Check-In.  Sin embargo, mi condición de pasajero de a gratis me ponía en desventaja y por eso tuve que conformarme con el asiento 30J. Ni modo pensé… Al menos podía enriquecer mi libro de anécdotas de naco. Bueno que más sacarle provecho a la tragedia. Resignado encontré mi asiento, lo prepare para viajar cómodo ya que esto que los aviones súper jumbos 747-400 eran grandes era en tamaño no en espacio. Tenia entonces preparado mi súper exclusivo y ultra cómodo asiento 30J “economy class” cuando un tipo me pregunto si la mujer sentada en la ventanilla y yo viajábamos juntos. Yo dije No con autoridad. NO me chinguen yo en libertad total y estos tíos insinuando que viajaba acompañado. Dada es la conspiración del universo (y mi caraja suerte shingaou) que el tipo solo quería canjear mi asiento con el de su Bicha para viajar juntos. Dado el hecho que este viaje es de canjeo (exchange pues) acepte, y así mi asiento paso a ser el 30-I. Asiento con pasillo incluido, acceso inmediato a las teutónicas aeromozas y con espacio suficiente para relatar las hazañas de este su humilde viaje.  Yeah right!

En el vuelo LH457 – Primera confirmación de que si soy un pasajero

Acá estaba sentado en la fila 30. Catafixie mi asiento 30J por el 30I, “I” de Ivnh pero mejor aun me tocaba el pasillo y tenia la libertad de mover mis codos con comodidad mejor todavía tendría la oportunidad de escribir mi blog, este que estais leyendo wevon!

Hasta ahora las frequent flyer kilometers funcionaban, conseguido el billete de avión el viaje estaba hecho salvo el avión no se callera y todos muriéramos. He cultivado mi conocimiento con los buenos libros, clásicos de la literatura, amistades con poetas, y enemistades con intelectuales de cafetería, pero debo confesar que me muevo a veces por el mundo como un vil ignorante.  ¡Esto que llaman los gringos tan sutilmente  como el “benefit of the doubt”, pues!  Digamos que hay una inocencia de niño entre medio. Una necesidad de no saber más de lo debido para no estropearía el factor sorpresa. Por esta misma razón no sabía bien el canjeo de kilómetros por billetes de avión funcionaria. Por eso cuando me ofrecieron el snack de rigor y que beber, tuve la sospecha que era igual que los demás pasajeros. Me atreví a pedir mi acostumbrado vino tinto listo con tarjeta de crédito para no despejar dudas de que era un pasajero con billete de avión gratis. ¡Tan pendejo a veces llego ser, I swear! Para mi sorpresa mi pedido encontró una sonrisa de la aeromoza teutona (alemana pues) ¡y voila cabron! un vasito de plástico con la sangre de los dioses del Olympio en frente de moi, myself y toda la bola de monstruos que viajan de a gratis conmigo. Mi puño izquierdo sudaba la tarjeta de crédito, la guarde y bebí y me dije a mi mismo con una sonrisa de pillos, ¡salucita hijos del mais!

Wednesday, December 29, 2010

El retorno a LAX


Había llegado el momento de regresar a LAX. Estaba acá otra vez sentado tirándome una cerveza bien fría. Lo volví hacer. No me importa mucho. Soy un monosílabo. Cuando trato explicar mi necesidad de viajar. Simplemente siento esa urgencia y me aviento. A veces pienso que mis viaje un intento en vano para morir de la mejor manera posible. El sentirse dentro del aeropuerto, adentrarse dentro de la oruga, encontrar la puerta del avión abierta de par en par, las sonrisas de bienvenida, buscar el asiento 30-J, guardar el equipaje de mano, y colocarse los headphone Bose Qc-15. Y cuando todos estuviesen sentados, el take off y volver a sentir la ingravidez del sueño Stereo. El retorno al cielo; volver a mirar todo chiquito, dejar todo atrás. Salir por la misma puerta del avión y encontrarse con algo nuevo. Magico los vuelos intercontinentales. La rutina se podía vencer bastaban diez minutos de ansiedad, el travel bug… consultar el saldo de mi cuenta de Frequent Flyer, hacer un par de llamadas, esperar pacientemente, explorar variantes siempre tener la actitud del let’s do it”. Apuntar el número de confirmación del vuelo, guardarse el secreto y alimentar la emoción de poder largarse una vez mas. A estas alturas ya no hacia mis sueños realidad simplemente hacia uso de mi perspicacia, insensatez y por supuesto de mis kilómetros de mi cuenta de Frequent Flyer.


Mi regreso a LAX era por tres razones y una cuarta razón que debía encontrar con mi encuentro con la Darling. Mítica Bicha de malditas y devoradoras tendencias, a quien consideraba una de las más fieles desatinadas. Ser bipolar, insensato pero benévolo, con quien solia viajar a lugares y con quien siempre encontraba algo que no debía haber encontrado.

Acá estaba en el LAX esperando el vuelo LH457 con destinación el aeropuerto de Frankfurt, Germany… no Connecticut si serás wevon!

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Tuesday, December 28, 2010

test

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Dos días antes...

¿Dos de la tarde o dos de la mañana?  El resfriado ha prolongado su estadía. El tiempo toca a la puerta y pregunta por mi equipaje. Esta listo, me digo a mi mismo mientras paso candado a la puerta. El gato está exiliado, el trabajo viaja conmigo (o yo viajo con él); enfrente de mi parada en la entrada de mi habitación de mi mente, Lady Kokodrile. Con su cara de yonofui sigue insistiendo en atender cosas contrarias a de las que tengo en mi cabeza. Cambiaria otros 60 mil kilómetros para viajar otra vez lejos de mi realidad de todos los días. 

Basura en el suelo, cochambre por los pisos, mi nariz llena de mocos –tendré que cambiarme el chip si quiero lograrlo al menos llegar al aeropuerto. La Darling me ha advertido de horrendos fríos. Un sol fracasado no puede con la nieve. Che seguro se atasca el avión en montañas blancas y quedáis cagandote de frio. Inmortalidad… muerte en refrigerador.

En realidad no sé si viajare. Canjeé 60 mil kilómetros de frequent flyer por un boleto de avión, no page nada me salió gratis pues. ¿A dónde? nos les diré porque aun no sé si viajare. Llevo diez días buscando los records de mi boleto. Sospecho que caí en una trampa de la mercadotecnia actual. Moriría de vergüenza si mi viaje no llegara concretarse. Aunque buscaría la manera para realizarlo. Ahora a dos días lejos de ese viaje inesperado o digámosle estancia en los aeropuertos intercontinentales (porque tengo el presentimiento que la nieve impondrá su fuerza) siento que soy un viajero suicida, o pensándolo bien un viajero compulsivo adicto al consumo de viajes de más de 10 mil kilómetros de casa.